Perdimos. Queda luchar contra la agenda de implementación, tratar de que quede algún vestigio del compromiso social en las instituciones estatales, aferrarse a una idea de la Costa Rica que queremos. Yo qué sé, talvez gritar, desnudarse, cerrar los ojos, vomitar, amar lo que somos, odiarnos, dormir con la conciencia tranquila y despertarse pensando que todo fue un mal sueño.
No queda la esperanza. Queda algo menos tangible, convulso, terco. Es algo así como la convicción de que este país no va a ser de nadie más que nuestro. De nosotros, hermanos.
2 comentarios:
me cago en la boñiga...sólo puedo decir eso
Un mes después no quedan lágrimas para llorar, pero me quedan puños y gritos... Qué tal vos?
Fue un placer haber conocido tu espacio...
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