Me he sentido parte de algo en contadas ocasiones. Casi siempre, por unos segundos, en medio de un slam, viendo a un montón de desadaptados, punks, troskos, skatos, skinheads, sXe's. En ese brevísimo momento de comunión, donde cada patada en la espinilla y cada golpe en el costado es bienvenido, se deja de ser uno para convertirse en un todo. Freud no lo creería. Después, el sudor se escurre y las piernas ya no dan; el sacramento de las subculturas, la gran orgía, el grotesco y magníficamente incivilizado rito tribal acaba.
30.10.06
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