I
Mirá que cuando te vi,
que cuando te besé,
que cuando te amé,
no te amé
por lo que eras entonces:
una niña con cabellos de sal
y ojos tan bellos pero
¡ay! también enjutos,
también vacíos de mí.
Te hice unos labios nuevos,
te dibujé una boca,
te esculpí una cintura,
y cuando creí que eras perfecta
para nacer de mis besos,
me rechazaste.
II
Sí, me vaciaste los ojos,
me mordiste el hígado,
te divertiste bailando por mi cuello.
Reías con carcajadas sordas.
Pero vos no eras el problema,
era yo.
Me tuviste que enseñar a amar.
Me borraste la frente,
cincelaste unas manos frescas
de la tosquedad del silencio y la costumbre.
Recogiste mis lágrimas
para beberlas en la noche.
III
Entonces nos embargó un silencio hosco.
No sabíamos si seguir.
Habíamos nacido de los ojos del otro,
del vientre de nuestros ritos,
y sabíamos que sufriríamos mucho
y que amaríamos más,
y nos dio miedo.
IV
Elegimos seguir.
Nacer.
Amar cada momento.
Morir.
Levantarnos de la tumba y seguir.
Siempre seguir.
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1 comentario:
que lindo. en verdad. poesia. todo deberia escribirse. todo son palabras, la silla, el hambre, el amor, la sal... todo son palabras, y poesia. el dia que los libros de ciencias y escrituras se escriban en verso, solo entonces, tendran sentido, belleza kantiana... un beso que sublime alma, una mirada que desborde ternura. escribes lindo gramaana.
me acorde de tu poema del camino del abrazo que no se pierde. me recuerda una frase 'yo soy donde tu estes'
un abrazo.
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