8.1.09

¡Terremoto! Conciencia, arte y periodismo



Periodismo o arte


Cuando Mario Vargas Llosa nos muestra cómo Zavalita, alterego del mismo autor en "Conversación en la Catedral", descubre un oscuro secreto en su poderosísima familia burguesa y decide huir, para dedicarse al periodismo y abandonando su actividad política (era un socialista underground) y su sueño de ser escritor, nos está mostrando algo más: Zavalita es un hombre que carga con un pasado tan tormentoso que es incapaz de tomar el camino del arte, porque el arte es, entre otras cosas, elegir la permanencia del pasado.

El lastimero protagonista de la que es quizá la novela más completa del Boom Latinoamericano toma una decisión cobarde: periodismo de segunda y no literatura, comodidad antes que amor, escapismo sobre militancia. Sin embargo, es dificil juzgarlo: su desventura familiar es realmente trágica. De nuevo, elegir la literatura (o el arte, en todo caso) es elegir la permanencia del pasado. El periodismo y los medios de comunicación dominantes, en cambio, viven del hoy y no conocen más que lo efímero: el pánico y el sufrimiento de hoy, el éxtasis y la gloria de mañana.


La catástrofe como conciencia

El terremoto de ayer puede ser tanto un evento revelador y conciencizador como un distractor. El periodismo suele abordar la segunda alternativa; se enfoca, con distinto grado de sensacionalismo (aunque otorguemos que en el periodismo mejor logrado puede no haber sensacionalismo del todo), en la catástrofe, las pérdidas materiales y humanas. O sea, se enfoca en el hoy.

Pero, vistos desde otra luz, los desastres naturales (propongo un nombre con una connotación menos negativa y más neutra, algo así como "happenings naturales") son momentos memorables, y acaso por lo anterior, especialmente bellos. Los desastres naturales nos distraen (en el buen sentido) de la monotonía de la rutina, nos unen como personas, nos hacen pensar en nuestra mortalidad y en el valor de la vida humana. Nos vemos como somos: hormiguitas. Nos dan prioridades. Es triste decirlo, pero vivimos adormecidos: el piso tiene que moverse, literalmente, para darnos cuenta de donde estamos parados.


Cambio y acción política

Lamentablemente la conciencia adquirida en el momento del desastre o happening natural es breve y muchas veces ni siquiera se da porque es opacada por el pánico, palabra favorita del periodismo y el mercado y no por casualidad: pánico igual consumo irracional. El resto de las veces es una conciencia de corta vida y muere cuando el mundo vuelve a su normalidad y la gente se despreocupa y deja de pensar en dejar las puertas de los cuartos abiertos y los zapatos a los pies de la cama.

Pero la experiencia es una sacudida (juego de palabras totalmente casual) que puede clarificar las cosas por unos momentos. La confusión se puede aprovechar para replantearse prioridades; el shock puede ser aprovechado y redireccionado hacia el cambio.


P.D: Hoy hay una manifestación frente a la Embajada de Israel en solidaridad con Palestina. Y ya pasó el temblor, ¿verdad?